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Hace 20 años, el 10 de abril de 2001, el Senado holandés aprobaba la muerte asistida bajo algunas condiciones. De ese primer caso hasta ahora, un repaso a la legislación internacional en la materia.

10/04/2021 06:10

Hasta ahora, la eutanasia activa está legalizada en siete países: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, Nueva Zelanda y España.

El 10 de abril de 2001 Holanda sentó un precedente al convertirse en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia. Poco después, Bélgica y Luxemburgo siguieron el camino que había tomado su país vecino. Estos tres lugares son, en la actualidad, los únicos de Europa donde se permite la “muerte asistida”. Más recientemente, Colombia y Canadá ampararon esta práctica en su legislación, aunque cada norma recoge sus propios matices.

Cómo es en cada uno

En Holanda se aplica a enfermos con dolor insoportable e irreversible y es el paciente quien debe pedirla a su médico, que está obligado a consultar con otro antes de decidir.

Bélgica tiene una ley similar. Tampoco hay un control previo y solo se necesita el visto bueno de dos médicos. A diferencia de la ley holandesa, la eutanasia puede aplicarse a cualquier edad, mediando consentimiento paterno, y también incluye casos de sufrimiento psíquico irremediable.

En Nueva Zelanda, la eutanasia voluntaria fue aprobada en referendo en octubre de 2020, después de que el Parlamento diera el visto bueno, y entrará en vigor el 6 de noviembre de 2021. A partir de entonces, se permitirá que un médico administre una droga letal a un adulto al que le quede un máximo de seis meses de vida y sea víctima de una enfermedad terminal insufrible, siempre y cuando el paciente lo haya solicitado de forma consciente y voluntaria.

En Canadá, el Tribunal Supremo reconoció el derecho a la muerte digna y voluntaria en 2015, mismo año que Colombia la legalizó para enfermos mayores de edad en fase terminal con patologías oncológicas o no oncológicas que la soliciten, ejerciendo su capacidad de decisión de manera verbal o escrita.

En España, la nueva ley de la eutanasia aprobada el 18 de marzo pasado despenaliza la ayuda médica para morir, tras muchos años de intentos. Una vez entre en vigor, dentro de dos meses, podrán solicitarla aquellas personas mayores de edad que padezcan una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave, crónico e imposibilitante que cause “un sufrimiento físico o psíquico intolerable” sin posibilidad de curación o mejoría.

El paciente debe confirmar su voluntad de morir al menos en cuatro ocasiones a lo largo del proceso, que se puede alargar algo más de un mes desde que lo solicita por primera vez, y en cualquier momento podrá echarse atrás o aplazar la eutanasia.

Luego está el caso atípico de Estados Unidos, donde a nivel federal la eutanasia es ilegal, pero en algunos de sus estados como California y Montana dejan abierta las puertas a la muerte asistida en pacientes terminales.

De la misma manera, en Washington, Oregon y Vermont, se contempla el suicidio asistido basándose en el fundamento legal que reconoce “el derecho a decidir de las personas”.

Suicidio asistido

Hay otros lugares que no contemplan la eutanasia activa en su legislación pero sí permiten el suicidio asistido. La diferencia es que éste no requiere de una intervención directa de los médicos: únicamente suministran los medios necesarios y es el paciente quien se toma la medicación voluntariamente para terminar con su vida.

Uno de esos países es Suiza, donde no se contempla castigo para quienes ayuden a otro a morir, siempre y cuando sea por razones altruistas.

Allí se permite el suicidio asistido desde la década de 1940 y desde entonces existen organizaciones que ayudan a extranjeros procedentes de Italia, Francia o España a gestionar sus peticiones para “morir dignamente”.

Otra versión: la eutanasia pasiva

Lo que no se permite en Suiza, Alemania o Austria es la eutanasia activa, pero sí indirecta o pasiva siempre y cuando el enfermo haya expresado esa voluntad.

La eutanasia pasiva, cuando se consigue la muerte del paciente en situación irreversible suspendiendo el tratamiento médico, está reconocida también bajo ciertas condiciones en las legislaciones de Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia.

También Argentina y Chile contemplan esa posibilidad de que el paciente (o sus familiares o representantes legales si está impedido para hacerlo) rechace tratamientos que prolonguen artificialmente su vida.

En el lado opuesto se encuentra Polonia, que entiende la eutanasia como un asesinato y castiga su práctica con hasta cinco años de prisión, aunque no es el único país europeo donde está penado. También Bulgaria o Croacia lo castigan con hasta 6 y 8 años respectivamente.

Fuente: RTVE

Omar Muzzio

By editor

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